De los juegos de seducción me queda la gentileza, del ansia el desdén, de las estrategias el hastío.
No puedo mentir y ni siquiera engañarme, soy el reflejo invisible de mi sombra y no renuncio a mis secretas fugas y mis incesantes suicidios.
Mi oficio es ser yo y en el peligroso ejercicio de serlo aún más he aprendido algunos trucos que jamás usaré.
Mi soledad es sobrehumana, está más allá del miedo o el previsible dolor y por eso amo y por eso bailo, nena.
Por eso bailo...
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