Que no existe nada más efímero, perpetuo aunque inmemorable
Que las noches del lecho compartidas con las voces de los caminantes.
Y un mar de lenguas corren por las venas,
Y los silencios se transmutan en la libertad.
Sutil describir unos ojos controversiales.
Hay un ligero aroma del todo y de la nada,
Hay aires pintorescos,
Y sonidos que discrepan entre mi ignorancia y a su arrogancia
Construyendo los haz de luces colados por las cortinas
Al otro lado duerme.
Se me antoja tal vez un café, un cigarro, otra noche... tal vez
Seguir defendiendo al arte, a lo omnipresente,
A romper los diálogos eruditos,
A retar el purismo,
A experimentar el placer innegable del tiempo que se escapa.
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