viernes, 15 de enero de 2016

CÓMO ROMPER LA DIETA, Y NO SENTIRSE CULPABLE (Sortilegio)


Un tinto, un biscochito… aquí muere mi más reciente propósito en el presente año, una dieta que no me despeina... otra promesa rota, algo así como lo que dijo Bunbury “ahora estás en mi lista de promesas a olvidar”…

El mismo tinto, otro biscocho, un mensaje llega a mi celular: una amiga afligida por el chico que la ha dejado (y que casi puedo apostar, ya le ha olvidado).

El mismo tinto, ¡les juro, no tiene azúcar! (por aquello de la dieta, jajaja). Llamada al celular (vivan los minutos extras del plan telefónico): Una amiga desanimada piensa desertar de su fianceé.

El tinto, esta vez menos cálido, acompaña las carcajadas de una colega, felizmente divorciada, aparentemente tan infeliz que odia todo cuanto le rodea, cuenta las historias “calientes” de alguna amiga indiscreta.

Primero: he de aclarar para los países hispanohablantes, distintos al mío, que “un tinto” es un café, así sin más, ni crema, ni leche, ni espuma ni chocolate, y aquí en mi país es el pretexto perfecto para socializar entre congéneres y conocidos.

Un  Biscochito, en cambio, es un pan chiquito y duro (como el de las vírgenes), salado, tiezo, crujiente, y diminuto, que acompaña como canapé  perfecto a las que queremos discretamente romper la dieta.

Segundo: Una mujer triste por un hombre, es una mujer que está rompiendo sus propias expectativas y apegos, bien que mal, uno de los pasos más duros de dar en la vida afectiva de cualquier mujer, especialmente en aquellas que han consumido largos años construyendo sus castillos de arena muy cerca del mar.

Observo el cuncho de mi tinto… siendo incapaz de leer el fondo de la taza de café, reflexiono sobre mí misma y lo mucho que extraño, al idiota que me roba a ratos mis pensamientos de tiempo libre (Hey, si tú, si estás leyendo esto, espero que se te pudra tu PS… ¿se escribe así? No tengo ni p#&$ idea).

Este año, supongo, es tiempo de ponerse a una dieta, donde no importan mucho los carbohidratos, pero que ciertamente a todas nos permitirá sentirnos un poco más “livianas”. He de confesar, que me siento menos culpable al romper una dieta que al romper con un tipo, y este último quebranto, me sugiere más perspectivas que un cuerpo nuevo.

He terminado aquel tinto, pero mi historia afectiva, la mía y la de mis otras hermosas mujeres al ruedo no termina. Azúcar para nuestro corazón mientras encontramos la media naranja, el agua para el chocolate, la luna de miel, o cualquier hombre que sirva de alegoría culinaria para nuestro corazón y que alimente a estas mujeres cuyo amor tiene un  hambre voraz.

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